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Amanda Huertas


Hace algunos años vivía en egoísmo y egocentrismo, sin noción de un propósito eterno y dejando que el tiempo corriera sin considerar lo valioso de la vida.


Sólo porque quiso, El Señor me abrió los ojos y disipó la neblina que tenía frente a mí.


El Señor extendió Su mano y me sacó del hueco en el que vivía para traerme a su luz y hacerme útil para el cumplimiento de ese propósito inmenso, aunque yo no merecía más que la muerte.

Él me dejó ver que la vida tenía sentido y que ese sentido no era yo; me hizo ver cuánto nos ama, cuán poderoso es para sanar y liberar nuestra alma llevándose cargas tan pesadas que jamás pensamos que se fueran a ir.


Dios ha moldeado mi alma con sus manos amorosas, limpió por completo mi pecado, alineó mis sueños a los sueños del Cielo y cambió mis prioridades direccionando mis ojos a la Eternidad.

Él infunde paz sobre mi ansiedad, llena de amor todo lo que hay en mí, y disipa mi insensatez con su sabiduría.


Tener su Palabra conmigo y a su Espíritu habitando en mí todos los días ha sido la experiencia más preciosa de mi vida.


La salvación que Cristo efectuó en la Cruz, abriendo paso a la comunión con Él, ha sido el mejor regalo que he recibido y que recibiré en mi vida entera.


¿Cómo ser tan egoísta de tener una noticia tan gloriosa y buena, y no compartirla con los demás? ¿Cómo disfrutar de esta bendición de tener comunión con Dios y de esta libertad para vivir la vida sin cargas, y no contárselo al mundo?


Se fue el egocentrismo, se fue la culpa, se fue la esclavitud, se fue la vida sin sentido.


Ahora soy libre para hacer la voluntad de Dios. Ahora no puedo estar en un lugar sin que me consuma la pasión para que las personas conozcan a Dios y lleguen a alabarlo con libertad, como Él desea.


Hace algunos meses Irene, pastora de Vida Abundante Uruguay (VAU), me ha estado hablando de todas las faltantes que hay en el ministerio de alabanza de su iglesia.


Primero, tomé el comentario como cosas que pasan que no tienen nada que ver conmigo y si llegan a mí es sólo por información, como cualquier noticia que veo o leo.


Pero un día el Señor tocó mi corazón y me hizo ver que todo lo que he vivido ha sido para prepararme para este nuevo reto, que todos los talentos y dones que me dio son lo que se está necesitando en VAU.


Dios quiere y merece que los uruguayos le alaben en espíritu y en verdad.


Al principio, no estaba segura de que fuera la mejor idea, pero, poco a poco me fue dando paz en Su voluntad y, aunque a veces siento miedo de dejar todo lo que conozco por caminar a una tierra desconocida, tengo paz.


Necesidades de VAU


En mi misión iré a Uruguay durante un año, o el tiempo que sea necesario, voy a discipular a chicas, evangelizar de todas las formas posibles, aportar en el establecimiento del ministerio de alabanza y el de jóvenes.


El ministerio de alabanza de VAU necesita el orden y el equipo adecuado para que se desarrolle con excelencia, el naciente grupo de jóvenes necesita apoyo, las chicas esperan por ser doctrinadas, y más de la mitad del pueblo uruguayo espera por escuchar el nombre nuestro Salvador Jesucristo y la obra de amor que hizo por ellos.


También puedes ser parte de esta misión, con ferviente oración, no sólo por mí sino por VAU y Uruguay en general, pero también donando de los recursos que Dios ponga en tu corazón.


La lucha espiritual es fuerte en ese país, así que los pastores de VAU y yo necesitamos de todo el Cuerpo de Cristo unido para que la adoración verdadera se dé al único que la merece.


Pido de todo corazón que oren por el ministerio que tiene la familia Hernández Ballar en este país, y también para que yo pueda desempeñar completa, eficaz y sabiamente la labor que el Señor tiene para mí ahí.

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